"La profesión de fe más bella es la que sale de tus labios en la oscuridad, en el sacrificio, en el dolor, en el esfuerzo supremo por buscar

decididamente el bien; es la que, como un rayo, disipa las tinieblas de tu alma; es la que, en el relampaguear de la tormenta, te levanta y te conduce a Dios" (CE, 57).